Crisis existencial a los 50 ¿Mi vida vale la pena?


Crisis existencial

crisis, crisis a los 50, crisis existencialA mi me atacó esa crisis un par de años antes de cumplir los 50. Yo creo que a todos nos da cuando empezamos a sentir que envejecemos. y entonces viene la pregunta :  ¿Mi vida vale la pena? Tal vez la pregunta surge también cuando estamos en un mal momento. No siempre es fácil encontrar la respuesta.

Qué hacer para superar la crisis

Pero detengamos el carro un momento. Analicemos. En lugar de contestar mi vida no vale la pena por esto o aquello, digamos mi vida vale la pena por tal y cual.  A mi me funcionó.

Y como se dice por ahí, las cosas llegan a nosotros cuando las necesitamos. En esos entonces encontré éste texto de autor desconocido que encaja perfecto. Me ayudó a superar la crisis.

Ahora digo que mi vida no vale la pena, sino la alegría.

TAL VEZ

Tal vez yo envejezca demasiado rápido. Pero lucharé para que cada día haya valido la pena.
Tal vez yo sufra innumerables desilusiones en el correr de mi vida, pero haré que pierdan importancia ante los gestos de amor que encuentre.

Tal vez yo no tenga fuerzas para realizar todos mis ideales, pero jamás me consideraré derrotado. 

Tal vez en algún instante yo sufra una terrible caída, pero no me quedaré por mucho tiempo mirando hacia el suelo.

Tal vez un día el sol deje de brillar, pero entonces me iré a bañar bajo la lluvia.
Tal vez un día yo sufra alguna injusticia, pero jamás asumiré el papel de víctima.

Tal vez yo tenga algunos enemigos, pero tendré humildad para aceptar las manos que se extienden en dirección mía.

Tal vez una de esas noches frías, yo derrame muchas lágrimas, pero no me avergonzaré por ese gesto. 

Tal vez sea engañado innumerables veces, pero no dejaré de creer que en algún lugar alguien merece mi confianza. 

Tal vez con el tiempo yo perciba que cometí grandes errores, pero no desistiré en continuar mi camino, tras corregirlos. 

Tal vez con el correr de los años yo pierda grandes amistades, pero aprenderé que nunca perderé a quien es realmente mi verdadero amigo. 

Tal vez algunas personas me deseen un mal, pero yo continuaré plantando la semilla de la fraternidad por donde pase. 

Tal vez yo quede triste al concluir que no consigo seguir el ritmo de la música, pero entonces, trataré que la música siga el compás de mis pasos. 

Tal vez yo nunca consiga entender el universo, pero aprenderé a diseñar uno, aunque sólo sea dentro de mi corazón. 

Tal vez hoy yo me sienta débil, pero mañana recomenzaré de nuevo, aunque sea de manera diferente. 

Tal vez yo no aprenda todas las lecciones necesarias, pero tendré la conciencia que las verdaderas enseñanzas ya están grabadas en mi alma.
Tal vez yo me deprima por no ser capaz de saber la letra de aquella música, pero quedaré feliz con las otras capacidades que poseo. 

Tal vez la voluntad de abandonar todo se vuelva mi compañera, pero en vez de huir, correré tras aquello que anhelo. 

Tal vez yo no tenga motivos para grandes celebraciones, pero no me dejaré de alegrar con las pequeñas conquistas. 

Tal vez yo no sea exactamente quien me gustaría ser, pero pasaré a admirar a quien soy.

Porque al final sabré que, a pesar de mis defectos, soy capaz de construir una vida mejor.  Y si aún no me convencí de eso, es porque como dice aquel dicho: “Todavía no llega el fin”. Porque al final no habrá ningún “tal vez”, y sí la certeza de que mi vida valió la pena y que yo hice lo mejor que pude.
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