Mujer de 50 con alma de niña


Niña de 50

niña, niños, niña a los 50, dia del niñoSer niño es maravilloso ¿verdad? ¿Te acuerdas? Cuando eres niña tienes una  gran hambre por aprender, todo te sorprende, todo te ilusiona; la imaginación se desborda por los poros,  todo lo ves de manera limpia.

Qué tiempos aquellos en que nuestra única preocupación era hacer la tarea y portarnos bien.  Qué divertido era salir a la calle con nuestros amigos a jugar a los escondidos, a saltar la cuerda, o andar en bicicleta.

Era fabuloso recostarse en el pasto con la cara al cielo y buscar formas en las nubes. Creer en la magia al observar un arcoiris, o ver el mar por primera vez; admirar a los superhéroes y toda serie de figuras fantásticas.

Esa emoción en la panza cada primer día de clases era única. No había mayor felicidad que comer en familia los domingos y dormir 10 horas de corrido en vacaciones, porque el tiempo no importaba.

No existían en nuestra mente los conceptos de muerte, relaciones fallidas, deudas, o trabajar para vivir.  Ni chismes, ni remordimientos o envidias.

Todo giraba en aprender las tablas de multiplicar, dibujar con acuarelas y leer cuentos de hadas y cuando sentías hambre, correr con mamá para que nos preparara alguna de sus delicias culinarias.

Una vida simple y maravillosa.

Y entonces creces

niña, niños, niña a los 50, dia del niñoSi, entonces creces y te das cuenta que no todo es tan fácil, y te llenas de responsabilidades y preocupaciones y vas sepultando a la niña que llevas dentro. A todas nos pasa.

En algún momento de tu adultez te va a entrar la nostalgia pero lejos de ponerte a tristear o a añorar algo que ya no va a volver ¿qué tal que aprovechas y te das la oportunidad de dejar salir a la niña que llevas dentro?

A mí me llegó ese momento cuando tuve hijos. Disfruté su niñez como si fuera mía, alimenté sus ilusiones y su inocencia, me senté con ellos en el piso a armar legos, jugué futbol en la sala de la casa y fui maquillada y peinada de las formas más extravagantes posibles en un salón de belleza imaginario.  Las ollas fueron una batería musical y mis medias de red construyeron una miniportería de un futbolito. Lloré y reí con ellos con todas las películas infantiles de su época, y sí, también me sé de memoria los diálogos de tanto verlas.

Con los años los niños también crecieron, pero durante todo ese tiempo me encargué de decirles siempre que, a pesar de ser grandes, a pesar de tener responsabilidades y preocupaciones, tristezas y ausencias, nunca dejaran que su capacidad de asombro desapareciera; que no perdieran la oportunidad de divertirse con las cosas simples, que creyeran en la magia, que la gente grande también puede soñar.

Volver a ser niña

¿Que si me gustaría volver a ser niña?

No, porque eso significaría perder todo lo que soy o lo que tengo. He disfrutado y sufrido cada etapa de mi vida y no renunciaría a ello.  He preferido entonces mantener a mi niña interna junto con mi yo adulta. Sigo disfrutando las cosas simples, sigo sorprendiéndome de las maravillas del mundo. Sigo jugando, sigo viendo películas infantiles. Me permito creer que la magia existe, sigo soñando.

Y ustedes ¿quieren volver a ser niñas o prefieren ser adultas con alma de niña?

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La niña que vive dentro de Mónica Una mujer como todas

 

 

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