La sombra de la depresión en la menopausia
En semanas pasadas hemos visto en las redes sociales, a raíz del suicidio de importantes figuras públicas como Anthony Bourdain, a gente común, como tú y como yo, hablando de su lucha contra la depresión.
Todos coinciden en algo, la depresión no es estar triste, no es tener un mal día. No basta con echarle ganas, no es tan fácil el asunto.
Lo primero que tenemos que entender es que es una enfermedad grave que afecta física y mentalmente el modo de sentir y de pensar. Provoca sentimientos de tristeza, ganas de llorar, vacío o desesperanza, frustración, alteraciones del sueño, fatiga, trastornos de alimentación. También hay sensación de inutilidad y culpa, pensamientos recurrentes sobre la muerte. Toda ésta serie de síntomas van de leves a graves, de tal forma que las actividades cotidianas pueden llegar a ser un suplicio.
Causas
Las hay diversas, a nivel cerebral se detectan cambios físicos, así como alteraciones en la función y efecto de los neurotransmisores y neurocircuitos que mantienen la estabilidad del estado de ánimo. Como factores de riesgo podemos citar a la herencia (de padres a hijos), rasgos de la personalidad, como la autoestima baja; situaciones como maltrato físico o abuso sexual, exceso en el consumo de drogas o alcohol, enfermedades graves y algunos medicamentos.
Depresión y menopausia
Adivinen por qué: hormonas. La disminución de las hormonas sexuales durante la menopausia, afecta los estados de ánimo y predispone a la depresión.
Los factores de riesgo que pueden detonarla durante esta etapa, son: antecedentes de depresión, haber padecido de episodios profundos de Síndrome premenstrual o depresión posparto, así como sufrir de bochornos severos; mala calidad del sueño, periodos menstruales irregulares por más de 2 años, menopausia quirúrgica, y problemas de tiroides. A nivel emocional podemos mencionar pérdidas significativas y afecciones crónicas de salud.
No, no se trata de espantar a nadie, se trata de hacer conciencia y sobre todo, de estar pendientes de nosotras mismas. De pedir ayuda si es necesario; no estás loca, no eres ridícula, no estás vieja y acabada. No te lo buscaste tú. Es una enfermedad y como tal hay que tratarla. Existen profesionales altamente capacitados que pueden diagnosticarte correctamente, y en su caso, darte el tratamiento adecuado. Apóyate en tu familia, en tus amigos, porque aunque suene a frase hecha, no estás sola.
¿Alguna de ustedes la ha padecido?
Fuentes: Clínica Mayo Revista Scielo