¡Feliz cumpleaños!


Cumpleaños

Para darte una idea de cuántos años cumplo, te cuento que nací cuando gobernaba Gustavo Díaz Ordaz y la guerra azotaba a Vietnam. Vine al mundo en medio del boom de la minifalda y el fervor hippie. Llegué justo mientras Gabo escribía “Cien años de soledad” y Cortázar publicaba “Todos los fuegos el fuego”. Pau Donés y Luke Perry aterrizaron en el planeta tres meses después que yo, pero se fueron antes en cuerpo porque su talento quedará para siempre.

En mi niñez escuchaba a Cri-Cri y Cepillín por igual. Aprendí a contar con un ábaco. Leí por primera vez “Mujercitas” y “El Principito”. El patio de mi casa, no era nada más una ronda, era el lugar donde rodaba mis patines de cuatro ruedas, pintaba un avión de diez números, y brincaba la cuerda y un resorte. También fui testigo de mis primeras caídas y raspones que me enseñaron que la vida de eso se trata; caerse, curarse las heridas y seguir en el juego. En casa sólo había una televisión a blanco y negro, que me sirvió de entrenador físico por todas las veces que tenía que levantarme a cambiar de canal. “Los Picapiedra” y “Los Supersónicos” me mostraron un pasado que no viví y un futuro que no hubiera imaginado nunca; gual que Verne.

Mi adolescencia y juventud se llenó de Bee Gees, Jonh Travolta, Michael Jackson, Gustavo Ceratti y la ola del Rock en español. Bailé sin pudor bajo ojos de cristal y sobre pistas multicolor como mis sueños. La Menudomanía  invadió mi habitación. Caminaba sola a la escuela sin miedo, era feliz gracias a mi walkman con pilas nuevas y algunas novelas de segunda mano, de Márquez, Eco y Allende. ¡Y que rodara el mundo! Mi ropa se pintó fosforescente y mi cabello de Aquanet azul.  “Carrie”, “El resplandor” y “La historia sin fin” las vi en cines enormes y después leí los libros.

Sin instructivo transité de lo analógico a lo digital. Adiós a los teléfonos de disco, las pesadas enciclopedias, los tocadiscos de acetatos y el VHS. Hola a internet con su ruido espantoso al conectarse, los CD´s  y computadoras de escritorio; ¡qué miedo apretar un botón y descomponerla!

Esta época de mi vida me dejó una gran lección: o te aclimatas o te aclimueres. Siempre elijo lo primero.

¿Todavía no adivinas mi edad?

En los aviones que viajé en vacaciones, se podía fumar. Nelson Mandela se hizo presidente y cayeron el Muro de Berlín y la Unión Soviética. Sí, eran los “Vientos del cambio” que cantaba Scorpions. Mi estéreo se inundó de pop y por herencia de salsas, merengue, cumbias y rock and roll. Porque la literatura y la música son alegría y bálsamo. Nunca han salido de mi vida.

Me tocó la construcción de los ejes viales y el México de la Solidaridad y la solidaridad. He visto al país transformarse, para bien y para mal, pero siempre orgullosa de ser mexicana.

Soy madre de dos millennials tardíos que me llenan de juventud y yo a ellos de «ochenterismo». Somos mezcla de lo viejo con lo nuevo. Y podemos ver juntos “Barbie”, “Toy Story”o «Vaselina»

Supongo que ya tienes una idea bastante clara de mi edad.

Tengo los años que me permiten soltar el drama, amar en libertad y entregarme sin reservas ni perjucios.

Tengo la edad de seguir cumpliendo metas y trabajar por mis sueños, sin competir con nadie ni por nadie.

Sigo bailando, cantando, leyendo y escribiendo… ¡Soy más plena que nunca!

¿Adivinaste?

Ya son 57 primaveras con sus inviernos,  y las que vengan, dispuesta a vivirlas al máximo.

 

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