Un día estaba pariendo y al otro, mis hijos están en sus veintitantos.
Un día estaba empacando pañaleras y al otro, estoy llenando cajas con su ropa, zapatos, artículos de tocador y demás triques, junto con pedazos de mi corazón en forma de nostalgia.
Nostalgia al recordar que hacía frío el día que nacieron, que lloré en su primer día de escuela y también cuando recibieron su título universitario.
Nostalgia al pensar que él puede comer piedras envueltas si se las sirven, pero que no le ofrezcan pastel, y que ella comería enchiladas verdes a diario pero no verduras.
Nostalgia hasta por las fiebres, rodillas raspadas y corazones rotos que curé con desvelos, mertiolate y arroz con leche.
En la maleta les empaqué los consejos de siempre y algunos nuevos: pónganse suéter, no usen ropa interior rota, ahorren, viajen, paguen los servicios a tiempo, coman rico, no pierdan la capacidad de asombro y enamórense, de ustedes, de alguien, de la vida.
Mañana cuando la mudanza cargue con sus pertenencias, irá también mi alegría y satisfacción porque crie a dos personitas con alas grandes y raíces profundas, para que vuelen alto sin olvidar a donde pertenecen.
Sepan pues, mis chiquillos, que estoy muy orgullosa de ustedes y que ninguna distancia, por experiencia sabemos, quebrará nunca lo que nos une.
Con amor
Mamá
Siempre me gustan tus escritos pero hoy llore, muchos recuerdos, risas y añoranzas agolpadas en mi corazón gracias
¡Gracias a ti, siempre! por estar y por leer. Abrazo
Me identiqué con tu historia y, por momentos se me estrujó el corazón. Mi hija va a medio camino, pero me has hecho valorar más cada instante con ella…. Gracias
Apenas veo tu comentario. Muchas gracias por leer y por tus palabras. Abrazo