Hola, papá


Hola, papá.  

¿Allá arriba también se están derritiendo de calor?  Acá abajo, ésta temporada primavera-verano, literal, nos tiene asoleados. 

Ya son veinte días del padre que no estás y, sin embargo, nunca te he sentido distante, será porque te recuerdo con alegría, con ese carácter campechano de sonrisa y broma fácil.  

Son muchos años y te juro que nadie te olvida. Has hecho falta en cada cumpleaños familiar, para disfrutar una comilona y una cubita, y en cada fin de año para abrir el baile.  A mis «niños» les hubiera gustado jugar más con su abuelo. 

Siempre te encuentro escondido en La vida es un carnaval, en un chocolate Vaquita, en las fichas de dominó y en las conchitas de mar. Aquí estás, pues.

Oye, estoy por cumplir 57, ¡ya casi puedo tramitar mi credencial del INSEN! ¡y tengo una que otra «dolama» por la edad! Ja ja ja ja, seguro que me vacilarías con eso.  Hasta puedo oír tu voz. 

Pero no vine a escribir para tristear. Deja te cuento que en ésta época la gente se ha vuelto políticamente correcta, y no puedo evitar acordarme de ti y todas las expresiones que usabas, típicas del lugar donde naciste y por las cuales nadie se ofendía.  Que si estuvieras aquí y  usaras redes sociales seguramente serías «cancelado».   Ya te estoy oyendo decir: ¡Pura chingada pendejada! Ja ja ja ja.

Pero no te apures, aquí estoy yo para no dejar que mueran. Hay una en especial que digo sin pena y en tu honor,  a la que trato de darle la misma entonación sureña que tú tenías: ¡Éste hijueputa!  

¡Me encanta! 

Te quiero, papá.  ¡Feliz día del padre!

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.