Gracias mamá, perdón mamá


Mamá, érase una vez

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María Cristina

Mi mamá nació hace poco más de 75 años,  y desde que lo hizo dejo claro que estaba aquí para dejar huella. Nació a los 6 meses de gestación, en un hogar de pocos recursos. Por lo que su incubadora fue un cuarto cerrado cubierto de cobijas, su respirador, ollas con agua hirviendo de día y de noche, y su cuna, una caja de zapatos. Comía con un gotero y así se aferraba a la vida.

Por circunstancias del destino se crió con su abuela,  viuda de un coronel, teniente o qué se yo. Su niñez transcurrió en un ambiente rígido y estricto, propio de la época, y del ambiente militar, además de las carencias.  Así que no fue fácil,  Cuando llegó a la juventud y para apoyar la economía familiar, estudió comercio y  trabajo de secretaría hasta que se casó a los 23 años

Convertirse en madre

Su mayor sueño, ser madre.  Quería volcar en sus propios hijos el amor que llevaba dentro y juró, como lo hacemos todas, que iba a darles a sus criaturas una mejor vida que la que ella había tenido.  Le costo un tiempo cumplir el sueño, no podía quedar embarazada. Hasta que un día el médico le dijo: Señora quítese esa obsesión de tener hijos, vaya y disfrute que llegarán cuando tengan que llegar. Así lo hizo y en poco tiempo llegué yo. A los 11 meses de mi nacimiento, llegó mi primera hermana, 5 años después la segunda y 10 años después la tercera. Cuatro mujeres. Cumplió con creces su deseo.

No olvidó su promesa de hacer las cosas distintas para educarnos, diferente a como lo habían hecho con ella. Así que fue una madre muy consentidora y sobreprotectora. Que tenía su carácter, sí, que sabía pegarte un grito y regañarte cuando era necesario, también. Pero recuerdo con felicidad mis fiestas de cumpleaños, mis vestidos tejidos con sus manos, su afán de alimentarnos solo con lo que nos gustaba y dentro de sus posibilidades darnos las cosas que pedíamos. Hacernos la vida más fácil pues.

Cuando las más grandes llegamos a la adolescencia mis padres se separaron.  Divorciarse hace 35 años tampoco era miel sobre hojuelas; la familia, la sociedad juzga y predice lo peor ¿cómo vas a educar a 4 hijas tu sola? Pero la revolución en su interior ya se había dado. Así que después de ser madre y ama de casa por tantos años, decidió salir de nuevo al mercado laboral y lo logró.

Una mamá diferente

Cuando niñas, nos enseño a tejer, cocinar, coser y esas monerías,  al llegar a la adolescencia fue cuando rompió el molde en cuanto a el «modo» en que el resto de las niñas eran educadas. Ella basó su estilo en la confianza, en la libertad responsable.  Podíamos ir a fiestas, siempre y cuando supiera en donde, con quien y la hora de llegada, si le era posible ella nos recogía. También podíamos tener novio  y nos hablo de sexo y anticonceptivos . Todo eso hace 30 años era inaudito pero de algún modo y tal vez sin saberlo nos dió las armas para tomar decisiones de manera informada.

Y así ha sido, porque tuerto o derecho, bien o mal, las cuatro hemos vivido la vida que elegimos. Pero lo que es innegable es que ella ha estado en todos esos momentos aún a nuestra edad, nos ha apoyado, orientado, aconsejando y obvio regañado. Y ahora es una abuela que de nuevo ha roto los moldes. Sigue económicamente activa, no cuida nietos de tiempo completo. Está interesada en verse bien, en comer sano y por supuesto, amante es de las nuevas tecnologías.

Gracias mamá, perdón mamá

Gracias mamá, porque de ti aprendí a tener la fuerza y la tenacidad para salir adelante en las adversidades, a trabajar, a superarse.

Gracias mamá, por estar siempre que lo necesito, y comprender cuando me equivoco una y otra vez.

Gracias mamá, por  haber alimentado mis sueños y gozar conmigo cuando los he logrado.

Gracias mamá, por se mi amiga y mi cómplice.

Gracias mamá, por todas tus virtudes y todos tus defectos que te hacen tan humana.  Porque ademas de mamá sigues siendo mujer.

Perdón mamá, por todo los malos ratos que haya podido darte.

Perdón mamá, por transmitirte todas mis preocupaciones.

Perdón mamá, por quitarte el sueño.

Perdón mamá, por no llamarte tanto y no estar tan presente como lo mereces.

Pero mamá, de lo que siempre debemos estar seguras es que, pase lo que pase y sea como sea, nuestro amor y complicidad serán eternos.

Te amo mamá

 

 

 

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