¿Cuántos años tengo?
Mónica Valdéz, mi amiga, tocaya y fiel seguidora del blog, me compartió esta magnífica cita y quiero que ustedes la lean.
La reflexión nos lleva a cada una de nuestras etapas como mujer, y a reconocer que gracias a ellas somos las cincuentonas hechas y derechas de hoy; felices y plenas con nuestra edad.
A ver qué les parece.
¿Cuántos años tengo?
Por Ruby Myers
Mi calendario personal marca 50, pero al pensar cuidadosa y detenidamente, dudo, eso no siempre es verdad.
Sin engañarme, mi cuerpo guarda las señales del paso del tiempo, canas en mi cabello, el rostro surcado por líneas finas y no tan finas, dolencias; signos todos que hoy forman parte de mi geografía y están ahí, muy presentes.
Hay días que no me reconozco. La que habita mi espejo y yo somos seres disociados, mi mente y mi corazón no se identifican con el reflejo, por dentro estoy poblada de una explosión de primaveras, aunque por fuera haya un otoño tan manifiesto.
A veces se asoma a mis ojos una niña asombrada, confiada, encantada con la lluvia y los charcos, que le gusta jugar y el algodón de azúcar, tiene todo por aprender, tierna, todo lo arregla con abrazos, piensa que todo será genial si ella se porta bien.
Una jovencita de veintitantos me visita a menudo, feliz, llena de mariposas y latidos, se estremece con una caricia, está enamorada de la vida, es inexperta, novata, con la emoción ligada a una canción, la vida por delante y llena de ilusiones.
La prudencia, la madurez y la cordura se me presentan en la forma de una mujer en los treinta, cuya prioridad es dar ejemplo y enseñar a volar las almas que tiene en custodia, productiva, esforzándose por ser lo que los demás esperan.
En un parpadeo se presenta en mi espejo una mujer plena, que está de vuelta a casi todo, ha acumulado vivencias que le ocupan dos vidas completas, vive sus 40, se siente completa, amada y experta.
Y a veces mi espejo refleja mi día de hoy, donde convergen todas esas mujeres formando una amalgama perfecta que se traduce en la que hoy soy, cada una de ellas sale a placer y se pasean a sus anchas, tan campantes por mi presente.
Haciendo cuentas, 50 es solo un número, una cronología de los años vividos, ya no los tengo, se fueron, ya los viví, cada segundo de ellos; hoy, amo a cada una de esas mujeres mías que me han traído de la mano hasta el día de hoy.
¿Cuántos años tengo?…
Son los que me restan por estrenar, ¿1, 5, 7, 15? No lo sé.
No quiero desperdiciar ni un minuto de ellos, deseo llenarlos con presencias queridas, amores inolvidables, amigos entrañables, mis lugares preferidos, comidas deliciosas, tazas de café y copas de vino compartidas, canciones que me hagan sentir viva, abrazos y caricias, risas y carcajadas. Sin perder el asombro y la candidez de la niña, las emociones e ilusiones de mis veinte, la prudencia y sensatez de mis treinta, la plenitud y la experiencia de mis cuarenta y disfrutar lo que me resta con la totalidad pletórica y exquisita de mis cincuenta.
