Querido Santa:
Para mí sólo te pido me des la claridad de los días soleados para soñar, avanzar y vivir a mi manera; y si has de darme oscuridad nocturna pueda yo, sin embargo, iluminarla con las estrellas de mi entusiasmo. Agradeceré de manera infinita tiempo, dinero y disciplina para seguir escribiendo ¿Quizás en un café en París?
Para mi madre, mis hermanas y el resto de la familia; para mis amigos, los de antes, los de ahora y los que están dejando su huella en mí: Salud, amor y éxito, con tanta abundancia como agua tiene el mar. De manera especial te pido por ese par de personitas que sostienen mi corazón en sus manos desde que abandonaron mi cuerpo, que nunca pierdan la capacidad de asombro que tuvieron de niños y su vida sea una eterna y agradable sorpresa.
Y para todos aquellos que, por una u otra razón, la vida los llevó por un sendero opuesto al mío, abre tu bolso y entrégales toda la sabiduría, el coraje, el valor, la humildad, el respeto y la aceptación que necesiten para que encuentren su destino, el que les corresponde, el que merecen.
24 de diciembre de 2018