El otoño


Me ha llegado el otoño

otoño, madurez, frutos, halloween, mujer madura, hojas secas, el otoño de la vidaRecogí de prisa los papeles esparcidos en mi escritorio, los junté sin clasificar su contenido en un folder que lancé a un cajón al que pasé llave para resguardarlos. Apagué la computadora venciendo el impulso de dar un último vistazo al correo electrónico que sólo notifica pendientes. Mi apremio por dejar la oficina tenía como objetivo ganarle al pronóstico del clima que anunciaba lluvia después de las seis de la tarde.

Apenas crucé la puerta de cristal que lleva a la calle sentí el golpe del viento en la cara; mis rizos, de por sí desordenados, cobraron vida e hice malabares para controlar mi falda que se dejó llevar por la corriente de aire. El choque de las ramas de los árboles le puso voz y música al ambiente.

Después de avanzar una cuadra, el ventarrón dio tregua. Sin el cabello en la cara y el vestido en su lugar continué mi camino. Las hojas de las ramas no sobrevivieron al baile y ahora crujían bajo mis pasos. Levanté la vista, los últimos rayos de sol convirtieron el cielo en una paleta de ocres y rojos cobrizos que hacían juego con la alfombra recién colocada en las banquetas.
El paisaje merecía contemplarse; entré a un restaurante y me senté frente al ventanal…

El humo del café se convirtió en una pantalla donde se proyectaron mis tardes de rondas infantiles, mi primer día de escuela, el frustrado intento por aprender a montar una bicicleta, la sorpresa por los cambios en mi cuerpo y el vals de quince años que puso fin a mi primavera.

La humareda frente a mi cara se calentó; ahí estaba yo, en la playa, dorando mi piel durante el día y bailando por la noche en una pista que sonaba a sintetizadores, rock en español y Michael Jackson. Entre el humo me miré atravesando el patio de la universidad vestida de colores fluorescentes y un copete a prueba de huracanes; reviví la ceremonia de graduación.
La energía me alcanzó para dar el sí ante el altar y maravillarme con el milagro de llevar dentro otra vida; también para terminar con lo que me hacía daño y recomenzar. Corrí, tropecé, caí y me levanté varias veces en esa carrera por alcanzar todas mis metas. Fue un verano caliente, lluvioso a ratos, intenso siempre.

El café se acabó y el humo también

otoño, madurez, frutos, halloween, mujer madura, hojas secas, el otoño de la vidaLas estaciones del año son la metáfora perfecta del paso de la vida. Hoy, en pleno otoño de mi existencia, me toca recoger los frutos y gozar la brisa de la experiencia; soltar lastres y fortalecer mis raíces preservando mi esencia. Abrazar mis nuevos colores, sin detenerme en el pasado y aprovechando el presente. Me fijo nuevas metas, vuelvo a soñar. Junto con las pinceladas de frescura de primavera y el ardor del verano que aún quedan en mi interior, saltaré sobre un avión pintado en el piso y veré en televisión un maratón de películas infantiles; aprenderé nuevas recetas de cocina y a usar una caladora; bailaré en una fiesta o en un pasillo del supermercado.

Hoy entiendo que saber vivir es disfrutar de tardes de lectura, reír o llorar en conversaciones hasta el amanecer, entre amigos, con una o más copas de vino de por medio. Vibrar entre abrazos y besos sinceros. Es escribir, pasar un domingo en pijama o cantar a todo pulmón mi canción favorita.

El tiempo apremia y las hojas en mi calendario son menos, haré que cada una al ser arrancada valga la alegría, y con ese olor a plenitud del otoño, estaré lista para recibir el invierno.

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