Una década intensa


El recuento de una década

Década, Nueva década, 2019, 2020Ahora que debo anotar todo en una libreta para no desatender un compromiso, un cumpleaños, una cita médica o lo que debo comprar en el supermercado; hoy que no puedo recordar lo que comí ayer o la ropa que usé en la última fiesta, se me ocurre hacer un recuento de la reciente década. ¡Demonios, la edad! 

¿Por dónde empiezo?

Veamos:

-Están las tres veces que me cambié de casa; en cada una el camión de la mudanza era más pequeño. En el fondo de los cajones, encontré algunos miedos, traiciones y resentimientos, que eché a la basura junto con aquellos objetos que no me servían más. Ahora hago limpieza de cosas y sentimientos con relativa frecuencia, aligera la existencia botar chingaderas.

-Vestida de largo y maquillada a prueba de lágrimas solté las amarras de dos buques que llevan el nombre de mis hijos. Hoy se han hecho a la mar para trazar nuevas rutas, buscar los mejores vientos y, sí, enfrentar sus propias tormentas sabiendo que, cuando necesiten un descanso, aquí encontrarán un puerto seguro para recobrar fuerza y reiniciar la travesía. 

-Empecé desde cero en un nuevo empleo. Al principio parecía que me rodeaban los jinetes del apocalipsis, después me di cuenta que fue la oportunidad perfecta para ampliar mis habilidades y conocimientos, así como para dejar de dar las cosas por hecho y reconocer que todo puede cambiar de un día para otro. Comprendo entonces que debo estar lista con un plan B o C o D o F o las letras que hagan falta. Igual también existe el alfabeto griego ¿no?

-Viví una gran crisis financiera, la cual me permitió refrendar el valor de la familia y los amigos. Ahora entiendo lo de vivir con doscientos pesos.

-Fue en estos años que me gradué de cincuentona con diploma de menopáusica. Lidié con los cambios en el cuerpo y los sofocos nocturnos. Resistí con estoicismo los paseos hormonales que me llevaron de la risa al llanto y de la alegría al enojo, en un chasquido. ¡Y no maté a nadie!

-Igual descubrí las bondades de mi nuevo estatus: Soy más dueña de mi tiempo y mis recursos; elijo con cuidado las cosas por las que vale la pena librar una batalla y me pongo nuevas metas, proyectos y sueños, y trabajo duro para conseguirlos.  La genética ha sido bondadosa conmigo, pues, aunque no tengo la energía física de hace una década ni la tonicidad muscular de una veinteañera, me gusta como luzco y como me siento. Amo ver mis piernas al espejo y dejar mis rizos despeinados. Aguanto un piano, ¡sí señor!

-Experimenté la hazaña de cruzar el Atlántico, sola, en pos de cumplir un sueño. París fue el destino; el interior de la Torre Eiffel, la avenida arbolada de los Campos Elíseos, las calles empedradas de Montmartre y la ribera del Sena los mejores lugares para un encuentro conmigo misma. Después de eso, ¡agárrate mundo que ahí te voy! (Por ejemplo, Nueva York lo recorrí con un pie roto)

-Tatué mi piel con símbolos que me recuerdan, cada vez que los veo, en lo que me he convertido, hasta donde he llegado y lazos de amor indestructibles. ¿Cuántos tatuajes son demasiados?

-Zurcí un par de veces mi corazón roto para darle la oportunidad de volver a ilusionarse; algunos puntos no resistieron pero ahora es menos doloroso remendarlo, además me sale muy bien el punto de cruz. ¡Adelante corazón! dice Daniela. 

-Como una manera de expresar mis experiencias en esta nueva etapa, comencé a escribir el blog. Nunca imaginé la cantidad de caricias al alma que he recibido, en forma de un comentario, de mujeres que se identificaron conmigo. Escribir se ha convertido en un motivo más en mi vida, me preparo y practico como hace un carpintero o un zapatero para honrar su oficio. ¡Hagan espacio en sus libreros!

Década, Nueva década, 2019, 2020

¡Vaya viaje! Al final, me quedo con el aprendizaje: no importa las veces que las circunstancias te destejan, agarra las agujas, haz una madeja con los hilachos, inventa nuevas puntadas y transfórmate en una nueva pieza.

¡Vamos por diez años más!

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