Érase una vez una mamá


Mamá, érase una vez

Mi mamá nació hace poco más de 79 años  y desde su primer aliento dejó claro su amor a la vida. Nació a los 6 meses de gestación en un hogar de pocos recursos, por lo que su incubadora fue un cuarto cerrado cubierto de cobijas, su respirador, ollas con agua hirviendo de día y de noche, y su cuna, una caja de zapatos. Comía de un gotero y así se aferraba al mundo.

Por circunstancias del destino, se crió con su abuela, viuda de un militar. Su niñez transcurrió en un ambiente rígido y estricto propio de la época y con muchas carencias. Cuando llegó a la juventud, para apoyar la economía familiar, estudió comercio y  trabajó de secretaria hasta que se casó a los 23 años.

 

Convertirse en madre

Su mayor sueño, ser madre.  Quería volcar en sus propios hijos el amor que llevaba dentro y juró, como lo hacemos todas, que iba a darles a sus criaturas una mejor vida que la que ella había tenido.  Sin embargo, el tiempo pasaba y no lograba quedar embarazada. Después de muchas visitas médicas que le indicaban que no había ningún impedimento físico para la maternidad, el médico le dijo: Señora, quítese esa obsesión de tener hijos, vaya y disfrute que llegarán cuando tengan que llegar. Así lo hizo y en menos de un año me hice presente. A los 11 meses de mi nacimiento, tuve a mi primera hermana, 5 años después a la segunda y 10 años después, a la tercera. Cuatro mujeres. Cumplió con creces su deseo.

No olvidó su promesa de hacer las cosas distintas para educarnos diferente a como lo habían hecho con ella. Fue una madre muy consentidora y sobreprotectora. Que tenía su carácter, sí, que sabía pegarte un grito y regañarte cuando era necesario, también, pero siempre hizo lo posible por facilitarnos la vida.

Cuando las más grandes llegamos a la adolescencia mis padres se separaron.  Divorciarse hace 40 años no era precisamente miel sobre hojuelas; a su alrededor sólo encontró juicios y los peores pronósticos: ¿Cómo vas a educar y mantener a cuatro hijas tú sola? Pero la revolución en su interior había arrancado y después de ser ama de casa a tiempo completo por tantos años, decidió salir de nuevo al mercado laboral y lo logró.

Una mamá diferente

De niñas, nos enseñó a tejer, cocinar, coser y todas esas monerías;  fue cuando nos convertimos en adolescentes que rompió el molde en cuanto a el «modo» en que el resto de las chicas eran educadas. Ella basó su estilo en la confianza, en la libertad responsable.  Podíamos ir a fiestas, al cine o a la calle con amigas, siempre y cuando supiera en dónde, con quién y la hora exacta de llegada, si le era posible ella nos recogía. También nos permitió tener novio y nos habló de sexo y anticonceptivos sin tapujos. Todo eso hace 35 años era inaudito, le auguraban hijas rebeldes y madres prematuras, pero su «innovador» estilo de crianza nos dio las armas para tomar decisiones de manera informada. Y así ha sido, porque tuerto o derecho, bien o mal, las cuatro hemos vivido la vida que elegimos.

No necesitó palabras para enseñarnos de superar obstáculos y de luchar para salir adelante, su ejemplo fue avasallador.

Ella siempre está en nuestros mejores y peores momentos, aun a nuestra edad, es el faro cuando estamos perdidas y la primera porrista que celebra triunfos.

Ahora es una abuela y bisabuela que sigue rompiendo estereotipos. Sigue económicamente activa y no cuida niños. Está interesada en verse bien, en comer sano y por supuesto, es amante de las nuevas tecnologías.

Gracias mamá, perdón mamá

Gracias mamá, porque de ti aprendí a tener la fuerza y la tenacidad para salir adelante en las adversidades, a trabajar, a superarse.

Gracias mamá, por estar siempre que lo necesito, y comprender cuando me equivoco una y otra vez.

Gracias mamá, por  haber alimentado mis sueños y gozar conmigo cuando los he logrado.

Gracias mamá, por ser mi amiga y mi cómplice.

Gracias mamá, por todas tus virtudes y todos tus defectos que te hacen tan humana.  Porque además de mamá, sigues siendo mujer.

Perdón mamá, por todo los malos ratos que haya podido darte.

Perdón mamá, por transmitirte todas mis preocupaciones.

Perdón mamá, por quitarte el sueño.

Perdón mamá, por no llamarte tanto y no estar tan presente como lo mereces.

Pero mamá, de lo que siempre debemos estar seguras es que, pase lo que pase y sea como sea, nuestro amor y complicidad serán eternos.

Te amo, mamá
10 de mayo, día de las madres, mamá.

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