Hoy me rendí


Hoy me rendí. El barco que fabriqué y bauticé con el nombre de “Paciencia”, para enfrentar la tormenta pandémica, está haciendo agua que se me escapa por los ojos; cuando lloro, cuando no duermo.

Hace no mucho tiempo había más barcos junto al mío sorteando el temporal, pero ya no los veo. Debe ser que por su falta de solidez no resistieron. Los tripulantes gritaron: “¡Que sea lo que tenga que ser!” cuando llenos de cansancio se entregaron al mar.

Puedo entenderlos, porque jodida la cosa si estás resguardado y mantienes el cuerpo sano a cambio del espíritu cuarteado. Jodida la cosa si te contagias, la libras y de todos modos tienes que seguir escondido. Jodida la cosa si te enfermas, mueres y quedas encerrado para siempre en una urna, hecho cenizas.

Pandemia, Depresión, Tristeza, Barco, Rendirse, Covid19, CoronavirusDesde mi navío alcanzo a ver la luz de un faro con un nombre esperanzador: Vaccine. Pero la niebla es tan densa que no puedo dimensionar la distancia entre el barco y el faro. Tampoco sé si está al norte o al sur, el poniente o el oriente. ¡Ay, mis problemas de orientación! Mucho menos calculo el tiempo que tardaré en llegar a él —¿o él a mí?—.

Me gustaría tener la certeza de los capitanes de Royal Caribbean: Mañana zarpamos de Florida, en cuatro días estamos en St. Maarten y en cinco en Puerto Rico. Punto. No, ahora mismo me identifico con Colón y su futuro en borrador, montado en su Santa María.

¡No! Necesito tapar la fuga y resistir. Los remaches los construiré de “hágalo usted mismo”, “torre de libros por leer” y “el super en línea sin gastos de envío”. Sé que la luz se hará más fuerte, que el tiempo achicará. Confío que el enemigo invisible que empezó todo esto no me alcanzará y que cuando llegue al faro tocaré tierra con firmeza.

Entonces, abriré mi casa, saldré al encuentro con los míos y haré largas caminatas bajo el rayo del sol. Estrenaré toda la ropa que renovó mi armario y que compré visualizando ese momento de volver a encarar al mundo. De vivir.

Mas hoy me rendí ante la incertidumbre de saber que aún no hay un día, mes o año como meta para alcanzar esa todavía opaca luz; de no saber qué o quién se quedará a medio camino tragado por la niebla.

¿Cuántas y cuáles lealtades, cariños y proyectos se habrán enfriado para entonces? Con melancolía confieso que ya reconozco algunos que no estarán en la orilla esperando por mí.

Hoy me rendí y dejé que el agua inundara el barco. Hoy me rendí porque no todos los días se pueden tener los arrestos para imaginar lo que viene.

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